Ananda K. Coomaraswamy. El
tiro con arco. Barcelona, Biblioteca de los símbolos de Ediciones Obelisco,
1991.
Tras la aparente dimensión deportiva y guerrera del tiro con arco se esconde un ancestral y riquísimo simbolismo. Nada es superfluo en el tiro con arco, cada gesto obedece con precisión a una razón trascendente.
El contenido simbólico de un arte
está asociado originalmente a su función práctica, pero no se pierde
necesariamente cuando, bajo condiciones cambiadas, el arte ya no se practica
por necesidad, sino como un juego o un deporte; e incluso cuando un tal deporte
se ha secularizado completamente y ha devenido para el profano sólo una mera
recreación o entretenimiento, todavía es posible, para quienquiera que posee el
conocimiento indispensable del simbolismo tradicional, completar esta
participación física en el deporte, o en el disfrute de él como un espectáculo,
con una comprensión de su significación olvidada, y restaurar así, para sí
mismo al menos, el «equilibrio polar de lo físico y lo metafísico» que es
característico de todas las culturas tradicionales.
La posición del tiro con arco en Turkía, mucho después de que
la introducción de las armas de fuego hubiera robado al arco y la flecha su
valor militar, nos proporciona un excelente ejemplo de los valores rituales que
todavía pueden ser inherentes a lo que a un observador moderno podría parecerle
un «mero deporte». Aquí, el tiro con arco había devenido ya en el siglo XV un
«deporte» bajo patronazgo real, en el que los sultanes mismos competían con
otros en el campo ( meidan ). En el siglo XVI, en los festivales de la
circuncisión de los hijos de Muhammad II, los arqueros competidores disparaban
sus flechas a través de placas de hierro y espejos de metal, o disparaban a
valiosos premios colocados sobre elevados postes: los simbolismos implícitos
son evidentemente los de la «penetración», y el de la obtención de los bienes
solares que no están dentro del alcance directo del arquero; podemos asumir
que, como en la India, la «doctrina» implicaba una identificación del arquero
mismo con la flecha que alcanzaba su blanco.
En el primer cuarto del
siglo XIX, Mahmud II fue uno de los más grandes patronos de los gremios de los
arqueros, y fue para él y «para revivir la Tradición» ( ihja’ al sunna ) - es
decir, en renovada «imitación de la Vía de Muhammad», el modelo de conducta
humana - por lo que Mustafa Kani compiló su gran tratado sobre tiro con arco,
el Telkhis Resail er-Rümat , tratado en el que se resumen los contenidos de una
larga serie de obras más antiguas sobre el tema y se da una cuenta detallada de
todo el arte de la manufactura y del uso del arco y la flecha.
Kani comenzaba estableciendo la
justificación canónica y la transmisión legítima del arte del arquero. Citaba
cuarenta Hadith, o dichos tradicionales de Muhammad, de los que el primero se
refería al «Qur’an» ( VIII.60 ): «Preparad contra ellos cuanta fuerza podáis»,
donde Kani asume que «fuerza» significa «arqueros»; otro Hadith atribuye a
Muhammad el dicho de que «hay tres a quienes Allah lleva al Paraíso por medio
de una y la misma flecha, a saber, a su hacedor, al arquero, y al que la
recupera y la devuelve», donde el comentador entiende que la referencia es al
uso del arco y la flecha en la Guerra Santa; otro Hadith glorifica el espacio
entre los dos blancos como un «Paraíso». Kani proseguía «derivando» el arco y
la flecha de los que el ángel Gabriel confió a Adam, que había suplicado a Dios
que le asistiera contra los pájaros que devoraban sus cosechas; al acudir en su
socorro, Gabriel dijo a Adam: «Este arco es el poder de Dios; esta cuerda es su
majestad; estas flechas son la cólera y el castigo de Dios infligido a sus
enemigos». Desde Adam, la tradición se transmitió a través de la «cadena» de
los Profetas ( fue a Abraham a quien se le reveló el arco compuesto ) hasta
Muhammad, cuyo Compañero Sa’d b. Abi Wakkas, «el Paladín del Islam» ( faris
al-islam ), fue el primero en disparar contra los enemigos de Allah bajo la
nueva dispensación, y es por consiguiente el «Pir» o santo Patrono del gremio
de los arqueros turkos, en los cuales la transmisión iniciatoria nunca se ha
interrumpido ( a no ser, quizás, muy recientemente ).
A la cabeza del gremio de los arqueros está el
«sheikh del campo» ( sheikh-ül-meidan ). El gremio mismo es una sociedad
claramente secreta, dentro de la cual hay admisión sólo por cualificación e
iniciación. La cualificación es principalmente una cuestión de preparación bajo
un maestro ( usta ), cuya aceptación de un pupilo, o más bien discípulo, va
acompañada por un rito en el cual se dicen plegarias en beneficio de las almas
del «Pir» Sa’d b. Abi Wakkas, de los imames arqueros de todas las generaciones
y de todos los arqueros creyentes. El maestro transmite al pupilo un arco, con
las palabras: «De acuerdo con el mandato de Allah y la Vía ( sunna ) de su enviado
elegido…» El discípulo recibe el arco, besa su empuñadura, y lo tensa. Este
procedimiento prescrito, preparatorio a toda instrucción práctica, es análogo a
los ritos por los cuales un discípulo es aceptado como tal por cualquier orden
dervish. La instrucción efectiva es larga y ardua; el propósito del pupilo es
lograr la excelencia, y a este fin debe entregarse literalmente.
Cuando el aspirante ha pasado
todo el curso de instrucción y ha alcanzado la pericia, a ello le sigue la
aceptación formal del candidato por el sheikh. El candidato debe mostrar que
puede acertar el blanco y que puede disparar a una distancia no menor de
novecientas zancadas: de esta manera, da testimonio así de su dominio. Cuando
el sheikh está satisfecho, el discípulo se arrodilla ante él y toma un arco que
está junto a él, lo encuerda, y encaja una flecha en la cuerda, y habiendo
hecho esto tres veces la reemplaza, todo con extrema formalidad y de acuerdo
con reglas fijadas. El sheikh instruye entonces al maestro de ceremonias para
que lleve al discípulo a su maestro, de quien recibirá la «empuñadura» ( kabza
). El discípulo se arrodilla ante el maestro y besa su mano: el maestro le toma
por la mano derecha en señal de un pacto mutuo cuyo modelo es el del Qur’an (
XLVIII.10-18 ), y susurra el «secreto» en su oído. El candidato es ahora un
miembro del gremio de los arqueros y un eslabón en la «cadena» que remonta
hasta Adam. En adelante nunca usará el arco a menos de estar en una condición
de pureza ritual; antes y después de usar el arco siempre besará su empuñadura.
Ahora puede tomar parte libremente en las contiendas formales, y en el caso de
que llegue a ser un gran maestro de tiro de larga distancia puede establecer un
record que se marcará con una piedra.
La recepción de
la «empuñadura» es el signo exterior de la iniciación del discípulo. Por
supuesto, durante mucho tiempo ha estado trabajando con el arco, pero lo que se
significa con la «empuñadura» es algo más que un mero manejo del arco: la
empuñadura misma implica el «secreto». En el caso del arco compuesto, usado por
los turkos y la mayor parte de los orientales, la empuñadura es la parte media
del arco, que une sus otras dos partes, la superior y la inferior. Es por esta
pieza media como el arco se hace uno. Sólo cuando se intenta comprender esto
aparece la significación metafísica del arco, al cual Gabriel había descrito
como el «poder» de Dios: la empuñadura es la unión de Allah con Muhammad. Pero
decir esto es formular el «secreto» sólo en su forma más desnuda: al pupilo se
le comunica una explicación más amplia, basada en las enseñanzas de Ibn
al-’Arabi. Aquí sólo se indica que lo que enlaza a la Deidad arriba y al
Profeta abajo es el kutb como Axis Mundi, y que éste es una forma del Espíritu
( al-Ruh ).
La literatura
india contiene una riqueza de temas que ronda lo pasmoso, en los que son
evidentes los valores simbólicos del tiro con arco. Rig Veda Samhita VI.75.4,
según lo comprende Sayana, dice que cuando el arco consorta ( es decir, cuando
el arco está tensado ), entonces llevan al niño ( la flecha ) como una madre
lleva a su hijo, y cuando con comprensión común se separan ( liberando la
flecha ), entonces hieren al enemigo; y es evidente que la flecha se asimila a
Agni, el hijo del Cielo y la Tierra, cuyo nacimiento coincide con la separación
de sus padres. En Brhad Devata I.113, donde todos los instrumentos del
sacrificio se consideran como propiedades de Agni, las dos puntas del arco se
correlacionan de nuevo con el Cielo y la Tierra y con otros pares sexualmente
contrastados, tales como el mazo y el mortero; lo cual nos recuerda no sólo las
interpretaciones islámicas citadas arriba, sino también las de Heráclito ( Fr.
LVI ): «La armonía del mundo ordenado es una armonía de tensiones contrarias,
como la del arpa o el arco». Puesto que la flecha es la progenie del arco, la
identificación de las puntas del arco con los mundos celeste y terrestre se
indica claramente en Atharva Veda Samhita I.2, 3 donde al «padre» de la flecha
se le llama Parjanya, Mitra, Varuna, etc., y su «madre es la Tierra ( prthivi
)»; esto es verdadero incluso literalmente, en el sentido de que la caña de la
que se hace la flecha la produce la tierra fertilizada por las lluvias
provenientes de arriba, y proporciona además una buena ilustración del
principio exegético de que el significado alegórico está contenido en el
significado literal. En estos dos himnos la cuerda del arco y la flecha se
emplean con encantaciones para curar la diarrea y el estreñimiento; la cuerda
del arco porque constriñe, la flecha porque se deja volar: «Como la flecha
voló, soltada del arco, así se libere tu orina» ( yathesuka parapatad
avasrstadhi dhanvanah, eva te mutram mucyatam ); aquí la relación del vuelo de
la flecha es con una liberación física, pero ahora veremos como este vuelo, lo
mismo que el de los pájaros, es igualmente una imagen de la liberación del
espíritu con relación al cuerpo.
En Atharva Veda Samhita I.1 el arquero es el Señor de la Voz ( Vacaspati
) con la mente divina; si recordamos Rig Veda Samhita VI.75.3, donde «ella está
deseosa de hablar» y, llevada al oído, «susurra como una mujer», es evidente
que la cuerda del arco corresponde a la voz ( vac ) como órgano de expresión, y
la flecha al concepto audible expresado. Así, en Atharva Veda Samhita V.18.8
los brahmanes, que son los representantes humanos del Señor de la Voz, se dice
que tienen flechas penetrantes que no se usan en vano, donde la lengua es su
cuerda de arco y sus terribles palabras sus flechas; mientras en Brhadaranyaka
Upanisad III.8.2, las preguntas penetrantes se describen como «flechas traspasa
enemigos». Esta concepción subyace en el uso de is ( «disparar» ); compárese
isu, isuka ( «flecha» ) y nuestro propio concepto del «disparo» vernacular, que
significa también «hablar alto y claro»; en Aitareya Brahmana II.5, «impelida
por la Mente, la Voz habla» ( manasa va isita vag vadati ); la voz ciertamente
actúa, pero es la mente quien activa ( Jaiminiya Upanisad Brahmana I.33.4 ).
Así pues, una «flecha» puede ser
literalmente un dardo alado, o metafóricamente una «palabra alada»: el
sánscrito patatrin, «alado», que denota a un «pájaro» o a una «flecha» cubre
ambos valores; pues el vuelo veloz y sin obstáculos del pensamiento, se compara
a menudo al de los pájaros, y el simbolismo de los pájaros y de las alas se
relaciona estrechamente con el de las flechas. Ciertamente, el lenguaje del
tiro con arco puede aplicarse a todos los problemas del pensamiento y la
conducta. Así sadh, de donde viene sadhu como «hombre santo» y como una
exclamación de aprobación, es «ir directamente al blanco»; así pues, sadhu
puede calificar al arquero ( Rig Veda Samhita I.70.6 ) o a la flecha ( Rig Veda
Samhita II.24.8 ), y «no corresponde al Rey hacer esto o aquello, sino sólo lo
que es recto» ( sadhu, Satapatha Brahmana V.4.4.5 ); es decir, el Rey no puede
hablar al azar ni tampoco disparar al azar. Riju-ga, «lo que va recto», es una
«flecha»; y «como el flechero endereza ( ujum karoti ) el dardo, así el hombre
sabio rectifica su voluntad» ( Dhammapada 33, cf. 80, 145 y Majjhima Nikaya
II.105 ); en el Mahajanaka Jataka ( Jataka VI.66 ) un flechero que trabaja en
enderezar ( ujum karoti ) una flecha, está mirándola a lo largo con un ojo
cerrado, y de esto se saca la enseñanza de la visión única.
Puesto que el arco es el arma
real por excelencia, y puesto que se pone un énfasis tan grande sobre la
rectitud del rey, no será irrelevante señalar que las palabras sánscrita rju y
pali uju, citadas arriba, y que significan «derecho», pertenecen a una raíz
común que subyace en «recto», «rectificar», y «regio» ( latín regere y rex y
sánscrito raja ). Desde el punto de vista tradicional, un rey no es un
gobernante «absoluto», sino el administrador de una ley trascendente, a la cual
se conforman las leyes humanas. En más de una ocasión Sankara hace del caso del
flechero, profundamente absorbido en su tarea, un ejemplo de la concentración
contemplativa ( sobre Brhadaranyaka Upanisad III.9.28.7 y sobre Badarayana, Sariraka
Mimansa Sutra VII.11, p. 800 Bib. Ind. ed. ); y como observaba San
Buenaventura: Ecce, quomodo illumination artis mechanicae via est ad
illuminationem sacrae Scripturae, et nihil est in ea, quod nom praedicet veran
sapientiam ( De red. artium ad theologiam, 14 ).
Aparadh, el opuesto de sadh, es «errar el blanco»,
de donde «extraviarse», «desviarse», «fallar», «pecar»: estos dos valores
apenas pueden distinguirse en Taittiriya Samhita VI.5.5.2, donde Indra,
habiendo disparado una flecha a «Vrtra», piensa «he errado el blanco» (
aparadham ); comparar II.5.5.6, donde el que yerra su blanco ( avavidhyati )
crece en maldad ( papiyan ), mientras que el que no falla el suyo es como debe
ser. La frase es común, también, en Platón, donde, como en la India y Persia,
pertenece a la metáfora de seguir las huellas o el rastro ( ichneýo, mrg ), el
origen de la cual debe referirse a la cultura de la caza, cultura cuyo lenguaje
sobrevive en nuestra propia expresión «acertar ( o errar ) el blanco», frapper
le but. De vyadh ( «traspasar» ) deriva vedha y vedhin ( «arquero» ) y
probablemente vedhas ( «sabio» en el sentido de «penetrante» ). A esta última
palabra algunos la derivan de vid ( «conocer» o «encontrar» ), pero hay formas
comunes a vyadh y vid, concretamente el imperativo viddhi, que puede significar
ya sea «conoce» o ya sea «penetra» o ambos a la vez; la ambigüedad es evidente
en Jaiminiya Upanisad Brahmana IV.18.6, Mundaka Upanisad II.2.2 ( examinadas
abajo ) y Bhagavad Gita VII.6. Las flechas verbales de un brahman «traspasan» a
sus detractores ( Atharva Veda Samhita V.18.15 ). La comparación de un monje
experto a un «disparo infalible» ( akkhana-vedhin ) es muy común en la
literatura budista pali, a menudo en combinación con otros términos tales como
durepatin ( «de largo disparo» ), sadda-vedhin ( «disparar a un sonido» ), y
valavedhin ( «atravesar un cabello» ) ( Anguttara Nikaya I.284, II.170, IV.423,
494; Majjhima Nikaya I.82, etc. ). Milindapañha 418 describe los cuatro
«miembros» de un arquero que un monje verdadero debe poseer:
«Justamente, oh rey, como el
arquero, cuando descargando sus flechas, planta ambos pies firmemente en el
suelo, mantiene sus rodillas derechas, cuelga su carcaj contra la parte
estrecha de su cintura, mantiene todo su cuerpo firme, monta su arco con ambas
manos, aprieta sus puños, sin dejar ninguna abertura entre los dedos, alarga su
cuello, cierra su boca y su ojo, apunta ( nimittan ujum karoti ), y sonríe al
pensamiento “yo traspasaré”; justamente así, oh rey, debe hacer el Yoguin (
monje ) pensando “Con el dardo de la gnosis yo traspasaré cada defecto” Y
nuevamente, oh rey, justamente como un arquero tiene un enderezador de flechas
para enderezar las flechas combadas y torcidas y desigualadas. Y nuevamente, oh
rey, justamente como un arquero practica en un blanco… mañana y tarde, justamente como un arquero
practica mañana y tarde, Y por no descuidar nunca su práctica gana sus
apuestas, Así también los Hijos del Buddha ejercitan el cuerpo, Y no
descuidando nunca este ejercicio, devienen adeptos ( arhat )».
El arco es el arma real por
excelencia; la pericia en el tiro con arco es para el rey, lo que el esplendor
de la teología es para el sacerdote ( Satapatha Brahmana XIII.1.1.1-2 ). Es en
su calidad de ksatriyas como Rama y el Bodhisattva pueden cumplir sus hazañas
de tiro con arco. Al igual que los propios brazos del rey, los dos «brazos» del
arco se asimilan a Mitra-varunau, a saber, la mixta persona del Sacerdotium y
el Regnum; en el rito de la coronación el sacerdote transmite el arco al rey,
llamándolo «el mata dragón de Indra», pues el rey es el representante terrenal
de Indra, a la vez como guerrero y como sacrificador, y tiene dragones suyos
propios que vencer; le da también tres flechas, con referencia a los mundos
terrestre, intermediario y celeste ( Satapatha Brahmana V.3.5.27 sig., V.4.3.7
).
Como símbolo de poder, el
arco corresponde a la concepción del poder de Dios, otorgado por Gabriel a
Adam, para su protección, como se ha citado arriba de fuentes turkas. Es desde
este punto de vista, a saber, el del dominio, como nosotros podemos comprender
mejor los ritos ampliamente extendidos del disparo de flechas a los Cuatro
Cuadrantes; cf. Rig Veda Samhita VI.75.2: «Con el arco, conquistemos nosotros
las regiones». En el Kurudhamma Jataka ( Jataka II.372 ) aprendemos que los
reyes, en un festival trienal, «solían ataviarse con gran magnificencia, y
vestirse como Dioses de pie en la presencia del Yakkha Cittaraja, disparaban a
los cuatro puntos cardinales flechas pintadas con flores». En Egipto, el
disparo de flechas hacia los cuatro cuadrantes era una parte del rito de
entronización faraónico. En China, en el nacimiento de un heredero real, el
maestro de los arqueros «con un arco de madera de morera y seis flechas del
Rubus salvaje dispara hacia el Cielo, la Tierra, y los Cuatro Cuadrantes» ( Li
Chi X.2.17 ); la misma cosa se hacía en Japón.
El arquetipo del rito que implica así el dominio es
evidentemente solar; el hecho de que el rey libere cuatro flechas separadas,
refleja un tiro de arco supranatural en el que los Cuatro Cuadrantes se
penetran y se sujetan virtualmente por la descarga de un único dardo. Esta
hazaña, conocida como la «Penetración de la Esfera» ( cakka-viddham, donde
cakka implica el «redondel del mundo» ) se describe en el Sarabhanga Jataka (
Jataka V.125 sig. ), donde se atribuye al Bodhisattva Jotipala, el «Guardián de
la Luz» y un «disparo infalible» ( akkhana-vedhin ). Jotipala es el hijo del
ministro brahman del rey, y aunque el arco, como lo hemos visto, es típicamente
el arma del ksatriya, está completamente en orden que sea esgrimido por un
brahman, representante humano del Brahma ( sacerdotium ) in divinis, «que es a
la vez el Sacerdotium y el Regnum» ( Satapatha Brahmana X.4.1.9 ), y que como
cualquier avataraa, es «a la vez sacerdote y rey». Jotipala es requerido por el
rey para que compita con los arqueros reales, algunos de los cuales son
igualmente «disparos infalibles», capaces de cortar un cabello o una flecha al
caer. Jotipala apareció disfrazado, ocultando su arco, su cota de maya, y su
turbante debajo de una vestidura externa; tenía preparado un pabellón, y una
vez dentro de él, se desvistió su vestidura exterior, asumió la regalía, y
encordó su arco; y así, plenamente armado, y tomando una flecha «guarnecida de
diamante» ( vajiragga - la significación de esto ya se ha señalado ), «abrió de
par en par la cortina ( sanim vivaritva ) y salió ( nikkhamitva ) como un
príncipe de las serpientes ( naga kumaro ) emergiendo de la tierra. Trazó un
círculo en medio del patio real de cuatro esquinas ( que aquí representan el
mundo ), y disparando desde allí, se defendió contra innumerables flechas que
le disparaban arqueros estacionados en las cuatro esquinas; entonces ofreció
herir a todos estos arqueros con una única flecha, desafío que ellos no se
atrevieron a aceptar. Entonces, habiendo levantado cuatro troncos de bananero
en las cuatro esquinas del patio, el Bodhisattva, «atando un fino hilo
escarlata ( ratta-suttakam ) a la punta plumada de la flecha, apuntó y golpeó a
uno de los árboles; la flecha lo penetró, y después al segundo, al tercero, y
al cuarto en sucesión, y finalmente de nuevo al primero, que ya había sido
traspasado, y así volvió a su mano, mientras los árboles quedaban rodeados por
el hilo».
Esto es,
claramente, una exposición de la doctrina del «hilo del espíritu» ( sutratman
), en concordancia con la cual el sol, como punto de fijación, conecta estos
mundos a sí mismo por medio de los Cuatro Cuadrantes, con el hilo del espíritu,
como gemas en un hilo. La flecha es el equivalente de la «aguja», y se podría
decir que, en el caso descrito arriba, los cuatro cuadrantes son «cosidos»
entre sí y a su centro común; aquí la punta plumada, o la muesca de la flecha a
la que se ata el hilo, corresponde al ojo de la aguja. En la práctica ordinaria
una flecha no deja ningún rastro visible de su paso. Sin embargo, puede
observarse que una flecha con un fino hilo atado a ella, puede ser disparada a
través de una sima de otro modo infranqueable; por medio de este hilo puede
tenderse un cable más fuerte, y así sucesivamente hasta que la sima queda
franqueada por una soga; de esta manera el simbolismo del tiro con arco puede
combinarse con el del «puente». El principio es el mismo en el caso de los
artilugios salvavidas modernos, en los que se dispara un cable, en este caso
desde un arma de fuego, desde la orilla a un barco que naufraga, y por medio de
este cable puede tenderse un «cable salvavidas» más fuerte.
Por otra parte,
los chinos empleaban efectivamente una flecha con una cuerda atada en la caza
de aves, como puede verse claramente sobre un bronce grabado de la dinastía
Chou, ahora en la Walters Art Gallery, Baltimore. Los esquimales también hacían
uso de flechas con cabezas desmontables y una cuerda atada en la caza de la
nutria de mar. De la misma manera en el caso de una red tendida con una cuerda
atada, y en el caso del lazo; e igualmente en la pesca, donde la caña
corresponde al arco y el anzuelo a la flecha de la aguja. En todos estos casos
el cazador, análogo a la deidad, ata la presa a sí mismo por medio de un hilo,
que seguidamente recoge. En este sentido Shams-i-Tabriz: «Él me dio la punta de un hilo lleno de malicia y engaño - “Tira”, dijo, “para que yo tire; y no lo rompas al
tirar”».
Un
famoso pasaje en el Mahabharata ( I. 123.46 sig. en la nueva edición de Poona )
describe la prueba de los pupilos de Drona en el tiro con arco. Una águila
artificial ( bhasa ) ha sido preparada por los artesanos, y erigida como blanco
en la copa de un árbol. Se pregunta a tres pupilos: «¿Qué veis?», y cada uno
responde: «Yo te veo a ti mismo, al árbol y al águila». Drona exclama: «Quitad
de ahí; éstos tres no serán capaces de acertar el blanco»; y volviéndose a
Arjuna le dice, «a ti te toca acertar el blanco». Arjuna se levanta tendiendo
su arco ( vitatya karmukam ), y Drona continúa: «¿Tú también ves al árbol, a mí
mismo, y al pájaro?». Arjuna responde: «Yo sólo veo el pájaro». «¿Y cómo ves el
pájaro?». «Veo su cabeza, pero no su cuerpo». Drona, deleitado dice: «Suéltala»
( muñcasva ). Arjuna dispara, corta la cabeza y la abate. Drona le da entonces
el arma irresistible, la «cabeza de Brahma», la cual no puede usarse contra
ningún enemigo humano; y puede haber poca duda de que esto implica la
comunicación de un mantram iniciatorio, y el «secreto» del tiro con arco. La
«enseñanza» evidente es la de la de concentración de mente unificada.
En
competición pública Arjuna lleva a cabo un número de hazañas mágicas haciendo
uso de armas apropiadas para crear y destruir toda suerte de apariencias, y
entonces, desde un carro en movimiento, dispara cinco flechas dentro de la boca
de un jabalí de hierro en movimiento, y veintiuna dentro de la abertura de un
cuerno de vaca suspendido y balanceándose en el aire. En la gran competición
por la mano de Draupadi, su padre ha hecho un arco muy recio, que nadie sino
Arjuna será capaz de tender; y ha hecho también «un ingenio artificial
suspendido en el aire y junto con él un blanco de oro» ( yantram vaihayasam krtimam, yantrena sahitam laksyam kañcanam ), anunciando que «quienquiera
que encorde este arco y con él y estas flechas pase y traspase el blanco (
atitya laksyam yo veddha ) tendrá a mi hija». Cuando los príncipes competidores
están asambleados, el hermano de Draupadi se dirige a la asamblea:
«Oidme, todos vosotros hijos de la Tierra:
Éste es el arco, éste es el blanco y éstas son las flechas; acertad el blanco
con estas cinco flechas, haciéndolas pasar a través de la abertura en el
ingenio ( yantrachidrenabhyatikramya laksyam samarpayadhvam khagamair
dasardhaih ).