jueves, 4 de abril de 2019

TIRO CON ARCO Y ESPIRITUALIDAD. 1ª PARTE.









Artur Duch




¿Qué sabemos del tiro con arco?

   A la mayoría de las personas cuando nos hablan del tiro con arco, la primera imagen que se nos presenta es de las películas de los indios de Norteamérica, Robin Hood, o como deporte en las olimpiadas.

   Es una práctica bastante desconocida, pero más aún su práctica como camino espiritual.
En Japón entre los siglos VIII al XVI surgió la figura del guerrero feudal, el Bishi, (Samuray para los occidentales)  en ese momento los japoneses estaban inmersos en una inacabable guerra civil.

   Diversas corrientes religiosas les ayudaron a fortalecer su espíritu, entre ellas el Budismo zen, de él el Bushi tomó la confianza en el destino, la aceptación de lo inevitable, la respiración y la atención en el momento presente.




   Entre otras prácticas que desarrollaban estos guerreros, tenían el tiro con arco, que practicado con especial atención y cuidado repetido, se convirtió en un entrenamiento del yo interior.

   Con la llegada de las armas de fuego, el tiro con arco tomó una dimensión diferente, se transformó en una ceremonia, donde el arquero se apuntaba en sí mismo, convirtiéndose así en un camino espiritual.



Zen y tiro con arco.

   En el tiro con arco igual que en el zen, se da una importancia primordial a la postura, la respiración y la actitud de la mente.




   Es necesario una estabilidad perfecta para tensar, apuntar y disparar (soltar la cuerda) con precisión, este equilibrio solo es posible si se dan las condiciones siguientes: relajación, tono muscular e inmovilidad.

   Lo más importante no es acertar en el centro de la diana, si no encontrar un estado psicofísico y espiritual de equilibrio, que su influencia sea tal que llegue al resto de acciones de la vida.

   El espíritu del arquero se identifica con la actitud zen en cuanto a la ausencia de intención, utilidad, fin o provecho, es decir, tiene que apuntar en el centro de la diana, pero su mente tiene que estar al margen del deseo de acertar o la inquietud de fallar.

   La postura del arquero no es un elemento estético, sino la condición imprescindible que proporciona equilibrio, precisión y concentración.

   No pensar ni en el pasado ni en el futuro, solo es importante el presente, estar atento a cada gesto para realizarlo con la mejor perfección posible.





   La postura correcta y la lentitud de las acciones tienen por objeto armonizar al arquero con todo el proceso del tiro.

   El arquero, su mente, el arco, la flecha y la diana deben ser una sola y misma cosa.

   A menudo surgen pensamientos que enturbian el proceso del tiro y provocan un tiro de mala calidad, estos pensamientos son obstáculos: enfado, felicidad, ansiedad, dolor, sorpresa y miedo. Pensamientos y sensaciones engendrados por nuestra mente que afectan negativamente nuestro cuerpo y nuestra mente.

   Esto sucede porque es el resultado de nuestros deseos y fijaciones en nuestra mente, por el valor que damos a las cosas externas.

   De aquí derivan (según Joseph Epes Brow) muchos de los tiros de poca calidad que se pueden hacer. Es la idea errónea del “yo” yo soy el que lanzo la flecha.

   Mientras esta conciencia del “yo” este egoísmo no se controle, el arquero no será completamente libre en su acción.

   La dejada o suelta (momento en que los dedos sueltan la cuerda del arco) es un instante crucial, de este momento depende el resultado de todos los pasos que hemos dado hasta llegar aquí, la dejada tiene que ser suave y debe suceder por sí sola, ha de sorprender al arquero.

   El arquero tiene que dejar de ser consciente de sí mismo, porque él no es quien lanza realmente la flecha.

   Después de muchos años de práctica y haberse sumergido en el camino del arco para toda la vida, el arquero ya no es quien da las órdenes de sus acciones, si no que se da cuenta que se ha convertido en observador de lo que está haciendo.

   En este instante se ha abandonado el “yo”.

   Pues ¿Quién lanza la flecha? “ESO”, “ESO” solo lo experimenta el arquero consumado, y “ESO” es la presencia del espíritu.

   Repito, esto solo se produce cuando el arquero, el arco, la flecha, el blanco y el yo se han fundido el uno con el otro.





Libros sobre tiro con arco y espiritualidad.

   En occidente y en lengua castellana se han editado numerosos libros de tiro con arco, como El Arte del Tiro con Arco de Joseph Epes Bruwn, El Tiro con Arco de Ananda K. Coomaraswamy; Kyudo en comic de J. Santos, Kyudo El Arte Japonés del tiro con arco de R.B.Acker.

   Pero el más conocido, del cual se han editado innumerables ejemplares en muchísimas lenguas, es el de Eugen Herrigel, profesor de filosofía y teología en las universidades de Erlangen y Heidelberg.

   Entre la primera y la segunda guerra mundial tuvo la oportunidad de dar clases en la universidad imperial Tohoku SendaÏ de Japón. Después de mucho insistir (pues los japoneses creían que un occidental nunca comprendería su arte) logró ser aceptado en el Dojo, donde un  profesor compañero en la universidad, practicaba el camino del zen en el tiro con arco. Vivió y practicó en Japón durante cinco años, a su regreso esta experiencia había cambiado su vida.

   En 1936 pronunció una conferencia en la sociedad Germano-Japonesa sobre el arte de la arquería, esta conferencia contenía los primeros esbozos de su futura obra EL ZEN EN EL ARTE DEL TIRO CON ARCO, donde recoge estas profundas vivencias.






El ZKCB agradece a Artur Duch que nos haya permitido reproducir este artículo en nuestro blog.

http://www.arturduch.com/









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