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lunes, 15 de febrero de 2021

EL PODER DE LA RESPIRACION

 



      "Cuando la respiración es irregular, la mente oscila; cuando la respiración es estable, también lo es la mente. Para alcanzar la estabilidad, el yogui ha de controlar su respiración. Mientras hay respiración en el cuerpo, hay vida. Cuando desaparece la respiración, también desaparece la vida. Regula, pues la respiración." 

(Hatha - Yoga Pradipika, Cáp. 2 v.3)







jueves, 17 de octubre de 2019

Respiración. Dokushô Villalba.











Como hemos dicho antes, al principio de zazen hay que inspirar varias veces por la nariz y espirar por la boca. A partir de aquí la respiración debe volverse completamente silenciosa y nasal. Muchos principiantes preguntan: “¿Debo controlar o forzar mi respiración?” La respuesta es siempre: “Sólo se puede controlar aquello que se conoce íntimamente”. Lo primero que un principiante debe hacer es observar atentamente su respiración y volverse íntimo con ella.

Las zonas más importantes que actúan directamente sobre la respiración son: caja torácica, músculos dorsales, músculos pectorales, diafragma, músculos intercostales y músculos abdominales.

Según el nivel de actuación de estas zonas, podemos decir que existen tres tipos esenciales de respiración:

   A. Pulmonar. Es la más superficial de todas. La inspiración predomina sobre la espiración. Es una respiración propia de personas excitadas y excitables. En esta respiración interviene la caja torácica, los músculos pectorales y, muy débilmente, el diafragma.

   B.  Diafragmática. La espiración se vuelve ya más profunda debido a la presión que los músculos intercostales y diafragmático ejercen sobre la caja torácica, vaciándola un poco más. Esta respiración supone un diafragma flexible, lo cual requiere una cierta relajación de los músculos dorsales. Mi experiencia en el dojo me ha hecho comprobar que la mayoría de las personas, en la época moderna de las grandes ciudades, llegan con un diafragma rígido que impide una espiración larga y profunda. El primer paso consistiría pues en suavizar la tensión del diafragma.

   C. Abdominal. En la respiración abdominal se continúa el oleaje muscular provocado por la presión que la caja torácica ejerce sobre el diafragma, y éste a su vez, sobre los músculos abdominales. Esta respiración supone un gran vaciado de los pulmones y por lo tanto una mayor cantidad de aire nuevo al inspirar. En esta inspiración, la espiración es más larga y potente que la inspiración. El oleaje muscular puede ser prolongado hasta el bajo vientre, hasta el llamado hara o kikaitandem (océano de energía) en japonés.

Esta es la respiración propia de zazen, hacia ella debemos tender. Pero hay que tener cuidado. Muchos practicantes se equivocan en este punto, ya que intentan forzar una espiración larga y potente sin comprender antes el mecanismo completo de la respiración. Si, por ejemplo, el diafragma esta contraído e intentamos presionar en los abdominales, esto provocara un gran conflicto interno en el cuerpo y en la conciencia, ya que el oleaje muscular ha quedado interrumpido en el diafragma y sin embargo se presiona en los abdominales. Es mejor seguir íntimamente el recorrido de este oleaje y no obstaculizarlo ni querer ir más deprisa de lo que marca su ritmo natural.

Sea como sea, la respiración es un asunto delicado que requiere consejos directos de un maestro zen o de un instructor.

En líneas generales, tras la espiración viene naturalmente la inspiración. Con la práctica podemos concentrarnos en desarrollar una espiración cada vez más larga y profunda. Esta espiración desarrolla una gran energía en la cintura, en los riñones y en la cadera. Todas las artes marciales se fundaron tradicionalmente sobre esta espiración.

El aire contiene la energía del cosmos. Recibimos esta energía a través de nuestros pulmones y de cada una de nuestras células. Es muy importante, pues, saber respirar. Ordinariamente respiramos de 12 a 20 veces por minuto, de una manera superficial puesto que solo utilizamos una parte de nuestra capacidad pulmonar. Una respiración profunda y completa no se efectúa solamente a nivel de la caja torácica, como hemos visto, sino que debe apoyarse también en el abdomen.

Gracias a la práctica de zazen en una postura corporal justa, esta respiración se vuelve poco a poco habitual en nuestra vida cotidiana e incluso durante el sueño. Esta respiración Zen aumenta nuestra energía vital.





Texto extraído de la obra “¿Qué es el Zen? Introducción práctica a la meditación Zen”, de Dokushô Villalba. Ediciones Miraguano, ISBN: 978-84-7813-286-4. Todos los derechos reservados.


Agradecemos a la Comunidad Budista Soto Zen Luz Serena la autorización para reproducir este texto.

Para más información  https://sotozen.es/inicio/









martes, 2 de abril de 2019

SAMU (作務 ) EN KYUDO


Es importante llegar con tiempo para poder participar en la limpieza y preparación del material en el dojo, al igual que, cuando finaliza la práctica, también hay que recoger y adecentar el espacio. El aseo es un requisito indispensable, y se considera una muestra de cortesía y de respeto hacia el dojo. Belén Pérez. (La esencia del kyudo. El arte del tiro con arco japonés.)


Samu (作務) es el trabajo de mantenimiento (barrer, lavar, limpiar los jardines, etc) que realizan los monjes budistas zen. Se dice que si el samu se realiza con la atención dirigida a la tarea se convierte en una forma de zazen en movimiento porque ofrece una oportunidad para calmar la mente.
En kyudo podemos utilizar el tiempo destinado al Samu para empezar a practicar los movimientos y la respiración centrados en el hara.




















Según la tradición, el monje chino Hiakujò Ekai (720-814) fue el primero en establecer en su comunidad las reglas del samu.

   Una práctica de Zen-Kyudo empieza con samu y finaliza con samu. Antes del rei (saludo) que da inicio a la práctica, los kyudocas dedican un tiempo a limpiar el dojo y a arreglar los pequeños desperfectos del material.










viernes, 23 de diciembre de 2016

RESPIRACION. KARLFRIED G. DÜRCKHEIM








 



Se necesita cierto tiempo para aprender que una respiración “falsa” supone una actitud defectuosa de uno mismo, o con otras palabras, que no es el cuerpo el que respira mal, sino que es la persona la que está ahí de manera “falsa”, es decir, que no está en su “forma justa”. Para conseguir ésta, no basta con comprender conceptualmente el significado fundamental de la respiración; es igualmente necesario comprenderlo desde el interior. La respiración no es sólo el hecho de aspirar y de echar el aire; es un movimiento fundamental de la vida. Por la forma de respirar de un hombre, se puede conocer su actitud general frente a la vida. Toda modificación durable de la respiración supone un cambio de actitud frente a sí mismo y a la vida, y a la inversa, el ejercicio personal de la respiración, transforma todo el ser. Al igual que toda postura corporal “falsa”, un ritmo de respiración “falso” o una arritmia, son expresión de un bloqueo o de una alteración en el devenir del Ser divino interior indispensable para una vida sana a cualquier plano.


La respiración “justa” no es fruto de la voluntad, sino que va y viene por sí misma sin que el Yo, consciente o inconscientemente, haga nada. Si la respiración está bloqueada arriba, en la parte alta del diafragma o en los hombros, indica que el hombre es prisionero del Yo, que permanece a la defensiva y que, por consiguiente, no está todavía realmente abierto, ni a los otros, ni al mundo. Al no tener el Yo confianza, le hace creer que es él quien debe hacerlo todo y cuidar de todo, por lo tanto también de la respiración. No la deja que venga y se vaya naturalmente, sino que fuerza y deforma la espiración completa, profunda, con una resistencia. Este inconsciente bloqueo respiratorio es también un bloqueo en el Camino interior, que exige soltar presa, abandonar el Yo.
Lo primero, pues, que hay que aprender es a: dejar que el fenómeno de la respiración se haga por sí mismo. Esto es más difícil de lo que parece. Es difícil hacer que desaparezca la tensión involuntaria provocada por un Yo siempre inquieto, que se manifiesta por el control y bloqueo inconsciente de la respiración.
El hombre ha de recorrer un largo camino hasta aprender a respirar bien, conscientemente, dejando que la respiración se haga de modo natural. Un maestro zen, al que se le preguntó sobre su manera de ejercitarse en la respiración, contestó: "Desde hace treinta años me esfuerzo por observar conscientemente la respiración, sin alterarla".


Karlfried G. Dürckheim: “ HARA, CENTRO VITAL DEL HOMBRE”.




miércoles, 21 de diciembre de 2016

RESPIRACION - EUGEN HERRIGEL




 Awa Kenzo


"No lo consigue, aclaró­ el maestro (Awa Kenzo), porque no respira bien. Después de inspirar, haga bajar el aliento suavemente, hasta que la pared abdominal esté moderadamente tensa, y reténgalo allí un rato. Luego espire de la manera más lenta y uniforme que le sea posible y, después de un breve intervalo, vuelva a inspirar rápidamente y continúe así inspirando y espirando con un ritmo que poco a poco se instalará por sí solo. Si ejecuta esto de manera correcta, sentirá que el tiro se vuelve cada día más fácil, pues esta respiración no sólo le permitirá descubrir el origen de toda fuerza espiritual, sino que hará brotar ese manantial cada vez más abundantemente y lo encauzará a través de sus miembros con tanta o más facilidad cuanto más relajado esté." Como para demostrármelo, armó su fuerte arco y me invitó a colocarme detrás de él y a palparle los músculos de los brazos. En efecto, estaban tan libres de tensión como si no estuviera haciendo esfuerzo alguno.

Practiqué la nueva respiración sin arco y flecha, hasta que llegó a convertirse en cosa natural. Incluso el leve vahído que experimenté en un principio, desapareció pronto. A la espiración lenta y uniforme, que debía desvanecerse paulatinamente, el maestro le atribuía tanta importancia que para ejercitarse y controlarla mejor, nos la hacía combinar con un zumbido. Sólo cuando, con el último vestigio del hálito, se perdía también el zumbido, nos permitía volver a inspirar. La inspiración, dijo una vez el maestro, liga y une, reteniendo el aliento se realiza todo lo que es justo, y la espiración libera y consuma, venciendo toda restricción. Pero en aquel entonces no lo comprendíamos.

Inmediatamente el maestro pasó a relacionar la respiración con el tiro de arco por cuanto aquélla no se practica como un fin en si misma. La acción continua de estirar el arco y disparar la flecha se dividió en las siguientes fases: asir el arco - colocar la flecha - levantar el arco -- estirarlo y mantenerlo en el máximo estado de tensión - disparar. Cada fase se iniciaba con una inspiración, se apoyaba en el aliento retenido en el abdomen y terminaba con la espiración. Todo esto conducía por sí solo a que la respiración se adaptara y 'se hiciera natural, no sólo acentuando significativamente las distintas posturas y movimientos, sino también entrelazándolos y articulándolos rítmicamente en cada uno de nosotros según el estado de la técnica respiratoria. Por eso; no obstante estar fragmentado todo el procedimiento causaba la impresión de un acontecer que vive íntegramente de sí mismo y en sí mismo y ni remotamente puede comparárselo con un ejercicio gimnástico al cual pueden agregarse o del cual pueden quitarse tiempos sin que se destruyan ni su significado ni su carácter.

Me es imposible evocar aquellos días sin recordar una y otra vez cuán difícil me resultó al principio dejar que la respiración surtiera su efecto. Respiraba en forma técnicamente correcta, pero cuando, al estirar el arco, me concentraba en que los músculos de brazos y hombros permanecieran relajados, la musculatura de mis piernas se contraían a su vez a pesar de mí mismo. Era como si me hicieran falta una base firme de sustentación y una postura sólida y, a semejanza de Anteo, tuviese que extraer mis fuerzas de la tierra.

Muchas veces, el maestro no tenía más remedio que asir súbitamente uno u otro músculo de mis piernas y apretarlo en un punto particularmente sensible.

Cuando, en una de esas ocasiones, dije a manera de disculpa que en verdad me esforzaba por permanecer relajado, replicó: "Éste es precisamente su error: usted se esfuerza, usted piensa en ello. ¡Concéntrese sólo en la respiración, como si no tuviese que hacer otra cosa!"

Con todo, pasó todavía bastante tiempo antes que consiguiera cumplir con las exigencias del maestro. Pero lo conseguí. Aprendí a perderme en la respiración tan despreocupadamente que a veces tuve la sensación, no de respirar, sino de ser respirado, por extraño que parezca. Y aunque en momentos de reflexiva meditación rechazaba tan extravagante idea, no -podía ya dudar de que la respiración cumplía lo que el maestro había prometido. De cuando en cuando, y cada vez con mayor frecuencia mientras transcurría el tiempo, pude estirar el arco y mantenerlo tenso hasta el final, con todo el cuerpo relajado, sin que supiera decir de qué manera. La diferencia cualitativa entre esos pocos intentos satisfactorios y los aun abundantes casos' era tan convincente, empero, que de buena gana admitía haber comprendido por fin lo que, quizá, significaba el estirar "espiritual" del arco.

Era esto, pues, el quid de la cuestión: no se trataba de ningún ardid técnico, que en vano había querido descubrir, sino de una respiración liberadora que abría nuevas perspectivas. Y no lo digo con ligereza. Sé muy bien cuán grande es, en tales casos, la tentación de sucumbir a una fuerte influencia y, enredado en un autoengaño, sobreestimar el alcance de una experiencia por el solo hecho de ser insólita. Mas, pese a todas mis evasivas cavilaciones y sobria reserva, el éxito obtenido con la nueva respiración (pues con el tiempo me era posible estirar relajadamente hasta el fuerte arco del maestro) era demasiado obvio como para ser negado.
     En oportunidad de una prolongada charla pregunté al señor Komachiya por qué el maestro había observado impasible durante tanto tiempo, mis infructuosos esfuerzos por estirar el arco "espiritualmente"; por qué no había insistido desde un principio en la respiración correcta: "Un gran maestro –respondió- tiene que ser a la vez un gran pedagogo; para nosotros las dos cosas son inseparables. Si hubiera iniciado la enseñanza con los ejercicios respiratorios, jamás le habría convencido de su decisiva influencia. Primero tenía que naufragar usted con sus propios intentos, para que estuviera dispuesto a asirse del salvavidas que le arrojó. Créame, yo sé por experiencia propia que el maestro conoce a usted y a cada uno de sus alumnos, mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. Lee en las almas de sus discípulos más de lo que ellos están dispuestos a admitir."

Zen en el arte del tiro con arco - Eugen Herrigel











lunes, 19 de diciembre de 2016

RESPIRACION - TAISEN DESHIMARU







P.---¿Puede usted hablarnos de la respiración en las artes marciales y en la postura de zazen?

R.---Voy a intentarlo, pero es difícil. Tradicionalmente, los Maestros del Zen no la enseñan nunca. Solamente cuando la postura es justa se establece la respiración. Para enseñárosla tendría que desnudarme. Deberéis comprender con vuestro propio cuerpo. Una pequeña inspiración natural a partir del plexo después una profunda espiración presionando sobre los intestinos, bajo el ombligo. Para un ciclo de respiración, la espiración puede durar uno, dos, tres, cuatro e incluso cinco minutos. Cuando yo era joven, me sumergía hasta el fondo de la piscina, y permanecía allí de dos a tres minutos. Por la espiración (anapanasati) el Buda encontró la iluminación bajo el árbol Bo.

Cuando leo los sutras, mi espiración es muy larga porque tengo el hábito de esta espiración. Mientras se espira hay un ligero va –y-ven de aire en las fosas nasales y de esta manera se puede continuar largo tiempo. Es muy difícil y hace cuarenta años que me entreno...

Al principio debéis comprender con la mente y a continuación entrenaros. Es un método eficaz para vivir largo tiempo: la mayoría de la gente que vive mucho en Oriente practican esta respiración. Durante kin-hin, si yo espirara a mi ritmo nadie se movería. Estos puntos están en relación con las artes marciales que son, lo repito, otra cosa que un deporte. Para practicarlas, el hara debe ser fuerte. Las artes marciales, la recitación de sutras, las ceremonias os hacen comprender entrenando vuestra respiración. Cuando llevo el ritmo de los sutras con las maderas, tenéis que ir hasta el final de vuestra espiración. ¡Es un buen entrenamiento!

El profesor Herrigel ha hablado de ello en su Tiro con arco. El había estudiado esta disciplina durante seis años; pero solo cuando hubo comprendido la respiración abandono su filosofía y sus conocimientos y pudo por fin lograr alcanzar el blanco. Mi Maestro me decía: “¡Si hubiera venido a verme,  habría comprendido hace mucho tiempo!”

El judo y el kárate son también un entrenamiento de la respiración, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Solamente a partir del segundo o del tercer Dan se instala naturalmente esta respiración. Herrigel comprendió inconscientemente: la flecha parte al final de la espiración. En el judo o en el kárate, se es fuerte en la espiración; en la inspiración se es débil. En este momento, yo puedo matar a un hombre con un solo objeto, sin necesidad de un cuchillo. Yo hice la experiencia de esto cuando era joven; no maté al hombre que estaba delante de mí, solamente cayó, pero... Al final de la inspiración hay un punto muy vulnerable. Al final de la espiración ni siquiera hay movimiento.

Es por esto por lo que la respiración practicada en yoga no es del todo eficaz para las artes marciales. En el Japón, no se practica el yoga porque se conoce bien la respiración Zen. Si vosotros la comprendéis, podréis serviros de ella en la vida cotidiana. En una discusión, cuando os apasionéis, practicadla, y os calmaréis... Mantened vuestro control. Inversamente, durante la inspiración, un gran choque puede bloquear vuestro corazón y vuestros pulmones y causaros la muerte. Intentad levantar un peso pesado en dos veces, durante  inspiración y durante la espiración.

Veréis la diferencia. Durante la espiración sois más fuerte, los pies se aferran al suelo, sois como un tigre. Cuando tengáis miedo, cuando tengáis angustias o cuando no os sintáis seguros de vosotros mismos en una situación, intentad ya espiración larga. Esta espiración os apaciguará y os dará fuerza, seguridad. Durante la espiración, la energía y la conciencia se encuentran.

P.---¿Cuál es la mejor manera de aprender a respirar convenientemente?

R.--- Tomando la postura de zazen. Antiguamente, en el tiempo de los samuráis, se sentía respeto por la meditación: antes de la acción, se concentraban en zazen. Concentración, después acción. Hoy día se puede encontrar esto en la ceremonia demasiado breve que se hace antes del combate en los torneos. En zazen se puede acumular energías, dejar pasar los pensamientos como nubes en el cielo, relajar las tensiones nerviosas y musculares, concentrarse sobre la energía, espaldas derechas, nuca recta, manos juntas cuyos pulgares no hacen ni montaña ni valle y practicar la verdadera respiración, basada en la espiración profunda en el hara, esa zona que se encuentra dos dedos por debajo del ombligo.
Ser zanshin: he aquí un término que se encuentra en la práctica de la esgrima japonesa, el kendo. Zanshin es aquello que permanece, sin apegarse, vigilante y libre. Justamente atento a lo que pasa aquí y ahora. Poco a poco esta atención se aplica a cada uno de los actos de nuestra vida. En el espíritu del Zen, como en el del Budo tradicional, el conjunto del comportamiento entra siempre en juego.



TAISEN DESHIMARU (ZEN Y LAS ARTES MARCIALES)



domingo, 13 de diciembre de 2015

LA POSTURA - DÜRCKHEIM




Para muchos, la gran pregunta es: ¿cómo eliminar los pensamientos, las imagenes? Se puede superar la distracción con la concentración en otra cosa. Creo, en verdad, que, en la medida en que nos esforzamos por conseguir una buena actitud, tenemos bastante que hacer. Y creo también que esto es siempre necesario. Ante todo, hay que ponerse en orden, es decir, en el orden que nos vuelve capaces de realizar la transparencia que buscamos. Hay tres cosas que considerar:

1. Que la postura dependa del centro de gravedad.

2. Liberar la respiración de esa tendencia a hacerla demasiado alta y demasiado superficialmente.

3. Buscar el equilibrio entre tensión y distensión, lo que tiene inmensa incidencia en la ubicación del punto de gravedad y en la respiración.

Si ante todo controlamos la postura, todo lo que se refiere a la vertical, la tensión justa la relajación de la cabeza a los pies y sí por último, controlamos la respiración... ¡tenemos bastante que hacer!
Esta concentración en un objeto comienza, después de un cierto tiempo, a concentrarse sobre nosotros, por así decirlo. Es entonces cuando la respiración, que era el objeto de nuestra atención, se convierte en sujeto ¡ y nos sentimos respirados por la respiración!

Las lecciones de Dürckheim. Jacques Castermane. Ediciones Luciérnaga. Barcelona. 1989